Conversación nocturna en una sala VIP

Hoy he conocido a D.,  es viejo y  brutalmente rico. Su fortuna no puede ser aquilatada por cualquiera de nosotros, no podemos concebir el tiempo que necesitariamos con nuestros pequeños hábitos de pobres para hacer mella en tal dineral.   Como en la metáfora cristiana para medir la eternidad, nuestras  liberalidades, el despilfarro que podriamos gestionar sin perder la cabeza apenas supondría el roce de un ala de paloma en una esfera de acero de las dimensiones planetarias de su capital.

El encuentro tuvo lugar en una sala VIP de un aeropuerto no importa donde ni cuando . Por azar nos hemos visto forzados a compartir espacio y algunos minutos. Y como la convención social acostumbra al principio hablamos del tiempo, y de ahí al calor inusual de estas fechas  y sus razones. 

  • Estas temperaturas en abril……es de locos. Parece que es cosa del cambio climático. ( suelo lanzar esta caña conversacional ante desconocidos, me interesa saber hasta qué punto cualquier anónimo se hace cargo del desastre que nos hemos provocado con  esto de las emisiones de gases de invernadero).

Sus ojos, enterrados en un pozo de cien arrugas centellearon por un momento, sin respuesta.

  • Y que haya gente que lo niegue… .( Insisto, y él tambien en su silencio).
  • ¿Sabe? hay gente, empresas  que  incluso pagan dinero a periodistas para que no se hable de ello. Me parece increíble ¿a usted no?

Por fin parezco rendir su reticencia..

  • ¿Por qué es increíble? me parece perfectamente creíble.
  • Pero como se puede pagar para mentir sobre algo que afirma la ciencia, me parece….incalificable.
  • Le parecerá lo que quiera , pero lo suyo es solo un juicio de valor. Cada uno hace con su dinero lo que considera. No todo el mundo está de acuerdo en ese asunto.
  • ¿No le parece inmoral pagar por eso ?
  • Le repito, no hace sino juicios de valor. Moral… inmoral. ¿no vivimos en una sociedad libre? ¿No me va a permitir el estado utilizar el dinero en difundir determinadas ideas si son las que yo considero que hay que difundir?
  •  Pero caballero,  todo debe tener un límite, incluso el dinero, pagar por mentir se puede hacer, pero no se debería, es propio de seres indignos.

Su boca sin labios  trazó una fugaz mueca de desprecio antes de contestar

  • ¿Mentir? pero qué vulgaridad, se trata de pagar porque se hable sobretodo de B y no se hable apenas de A, se decide el menú de los medios, primer plato, segundo plato y postre, quiero estos alimentos y no otros. Se orienta al publico a  lo que existe o  se desvía de lo que sí existe, pero mejor que no lo hiciera.  No hace falta ser tan insultantemente obvio que te haga quedar como un mentiroso.

Aquel  cinismo desnudo me empezaba a enervar, aquella cachaza despreocupada.

  • Pues quien haga eso lo es, un mentiroso y alguien que debería estar fuera de una sociedad  de gente decente
  • ¿Sabe una cosa? (él parecia  haberse revuelto también)  la gente que paga por eso está más dentro de esta sociedad ( pronunció con un retintín que trataba de imitar mi indignación) que usted. De hecho son La Sociedad . Le diré más, yo he pagado por eso

Y se echó para atrás en el sofá, sonriendo tras su estocada.

  • ¿Que ha pagado por qué? ¿para acallar el cambio climático?
  • Exacto. Me lo puedo permitir, y siempre hay quien está dispuesto a cobrar. Se lo aseguro.
  • ¿Pe-pero qué le pasa a usted? ¿no tiene estudios? ¿no cree en el cambio climático? ¿no se ha informado sobre lo que han explicado los científicos del clima, la ONU? ¿no sabe que el consenso sobre este asunto en la ciencia es casi total?¿está  usted ciego, sordo, insensible  a lo que hay a su alrededor?  también creerá  que la tierra es plana, y que los huesos de los dinosaurios son un accidente geológico, claro. Y que no hemos llegado a la Luna. 
  • ¿Me toma por imbécil? claro que sé lo que dicen los informes del clima. Si poseo tanto capital es porque creo en las probabilidades, los números, las causas y las consecuencias,la necesidad de prever y de preveer. Sé de cálculo y de ciencia;  sé cómo usarla, el dinero odia la incertidumbre y solo el conocimiento, la anticipación,  la debilita. Pues claro que creo en la ciencia, no me insulte.
  • ¿Y entonces?¿o cree que la cosa no es tan grave como se pinta? No  le entiendo. Sabe lo que está ocurriendo, más aún, como me dice sabe lo que va a pasar en los años que vienen,  y aun así ¿paga por silenciarlo, paga para acallar los efectos de algo que nos dañará? 
  • ¿Nos dañara? ¿está seguro de que habla con propiedad? ¿nos dañará? (la sonrisa agria volvió a su cara vieja. Me miró con fijeza y calló)

Tras unos  instantes repentinamente comprendí. Él no se sentía incluido en esa primera persona del plural.

  • Ya. Usted y los que son como usted solo van a tener que elegir el lugar donde mudarse. Pueden  desplazarse hacia al norte o el sur, cambiar de casa, de país y de cielos.  Las veces que consideren necesario. Ustedes no se sienten afectados, dañados. A ustedes este desastre no les va a herir.
  • Pues nuevamente se equivoca. Sigue sin entender. 
  • ¿Es que acaso no pueden escaparse de los calores, de la falta de agua, les afecta  la inflación de precios en alimentos,  las migraciones y los destrozos del clima, no pueden simplemente  mudarse  allí donde les pete, sin restricciones y con todas sus comodidades? 
  • Sí, pero hay un daño, una amenaza de la que nos tenemos que proteger y por el que ahora invertimos tal como hablábamos, en silencios y campañas.
  • ¿ y ? 
  • Los que somos como yo solo tenemos que evitar una consecuencia del cambio climático. Solo una, Adivine.
  • Venga, soy tonto, lo reconozco, admito mi idiocia, cuentemelo.(Movió la cabeza , me observó con displicencia y finalmente se decidió):
  • Mi enemigo no es ni el aumento de las temperaturas, ni la carestía de productos , ni los climas caóticos, ni las sequías  o los incendios. Por supuesto que no. Me puedo hurtar a ello, pero a lo que nosotros , los más ricos no nos podemos hurtar es a la acción de los gobiernos. A la acción concertada de los estados ¿lo entiende ahora? Por lo que pagamos es para frenar las medidas que pretenden evitar el aumento de temperaturas, o perdón, ya es inevitable, para frenar su aumento.  Por que esas medidas sí nos afectarán.  Lo que puede dañar nuestros derechos,los nuestros particulares, los míos como persona concreta, mi total libertad, no es el fuego ni el agua sino las leyes. Porque nosotros queremos seguir viviendo en sociedades como la nuestra, sociedades democráticas,( son las mejores, he vivido lo suficiente para garantizarselo, es así), pero tienen un grave inconveniente: es que  las leyes son para todos.
  • Ahora el ingenuo es usted o se lo hace , las leyes se puede maquillar para favorecerles, siempre se ha hecho, lo sabe perfectamente.
  • Bien, en las sociedades democráticas se puede presionar, influir… pero siempre te puedes encontrar con querellas, intromisiones, incertidumbres. Las mayorias cambian , los gobiernos.. Ya le he dicho para qué me debe servir mi dinero, para eliminar todas esas incomodidades. Me podria ir a vivir a Moscú o a Qatar, alli estas adaptaciones son más…. fáciles, pero ¿no poder disfrutar de la naturaleza de California o Aspen? ¿no poder comprar ropa en París o arte en Amsterdam? ya le he explicado mi alergia a los límites. Y las leyes democráticas lo son.  Para usted, y también para mí. Si se aplican leyes contra el calentamiento serán limitantes y universales:  límites al consumo, al uso de recursos y al transporte….. a lo que fuera, afectarán a los derechos , las posibilidades que ahora tengo , los medios de los que dispòngo, los negocios que aún puedo emprender. Mi miedo no es el cambio climático, puedo correr más que él, puedo esconderme y  tampoco puedo vivir 200 años más, me temo . 

Mi problema es que no puedo dejar atrás  las consecuencias legales  de que se combata en mi sociedad ( dijo acentuando la i del posesivo)  A eso  es  a lo que no me puedo hurtar. A las leyes. Y de eso me defiendo, con mi dinero. Supongo que ya lo entiende.

Estupefacto, antes de que se me ocurriera qué contestar un hombre uniformado de azul interrumpió nuestra soledad y se dirigió a mi interlocutor:

  • Señor D, la avería de su avión ya está solucionada y tenemos la autorización de la torre para despegar, cuando quiera.

El trajeado magnate se levantó, dió las gracias a su auxiliar y se dirigió a la puerta de acceso a vuelos privados, no sin antes dirigirme una torcida sonrisa  de despedida. 

“Buenas noches y supongo que hasta nunca”.

Ola de calor en mi barrio. Una historia casi, casi real

Maria del Pino : ! Estas olas de calor encadenadas son insoportables ! ¿es que no vamos a hacer nada? no entiendo la pasividad de la gente , algo se podrá hacer, digo yo !! es que estoy hasta los ovarios de sudar !

Pepe: ya lo venían advirtiendo los ecologistas, pero todo el mundo se lo tomaba a chacota…

Maria del Pino: vale, vale, pero eso para que sirve ahora? lo que se pudo hacer y no se hizo, agua pasada no mueve molino…algo se podrá hacer ahora, digo yo. tú que eres tan listo, a ver.

Pepe: pues hay que reducir el consumo de combustibles fósiles todo lo rápido y lo intenso que nos sea posible

M: ¿Y eso quiere decir…?

P:Tu ayer te hiciste 20 kilometros en tu coche ida y otros 20 vuelta para darte una vuelta por un centro comercial  en las afueras para entretenerte

M: Para entretenerme no, majo. Para comprar.

P: ¿ Y qué compraste? 

M: Pues un bañador y unas sandalias que necesitaba

P: ¿No tenías bañador o sandalias?

M: Pues sí, claro que tengo, y varios de cada, pero el bañador está completamente pasado de moda ! con decirte que es verde manzana !! y las sandalias lo mismo, claro que tengo como una docena, pero ninguna me sirve. Necesitaba unas que me fueran con los dos vestidos que me compré la semana pasada.   

P ¿y crees que todo eso era necesario?, no sé, me pregunto.Los 40 kilómetros  , el nuevo bañador, las sandalias..¿ no podrías haber prescindido de ellas? 

M ¿Pero qué me estas diciendo? osea, ¿ me paso toda la semana trabajando como una cabrona y llega el finde  y no me puedo dar un capricho?¿para qué trabajo entonces?

P: Vale, veamos ¿dónde vas de vacaciones?

M: ¿por? ¿qué tendrá que ver con lo que hablamos? me voy a Ibiza

P: supongo que vas en avión, y allí alquilas un coche

M: Claro, si te parece voy a nado, y me dedico a pasear por los arcenes. ya sé por dónde vas ¿sabes una cosa? trabajo casi 45 horas semanales 50 semanas al año en un trabajo que me agota y me chupa la vida y cuando llegan mis vacaciones .. ¡por fin, no voy a cortarme un pelo ! que se corten otros que viven como reyes ! ¡ los maestros que tienen tres meses de vacaciones ! que vayan ellos en autobús a La Manga! o los politicos ¡Pedro Sanchez, que me regale el Falcón! hay que joderse ..

P: Bueno, tranquila, no te cabrees tanto… veamos  otras posibilidades ¿gastas mucho en regalos, pides gadgets tecnologicos en Amazon que realmente son prescindibles, cambias de colonia todos los años?

M: Jooooder qué pesado ¡con mi dinero hago lo que me da la gana !

P: Y si vas al trabajo en el transporte público?

M: Claro, ir como sardinas en lata en el metro en el que por cierto  solo van inmigrantes y chavales jovenes …en mi trabajo todo el mundo llega en coche. Menuda imagen iba a dar yo llegando sudada y saliendo por la boca del metro rodeada de panchitos.

P: Perdona pero eso suena muy, muy racista.

M: Lo siento, pero es que me dices unas cosas, me dices que vaya de perroflauta, a mi edad, que ya no cumplo los 40.

P: Bueno, pues algo podrás hacer tu para reducir la emisión de gases que provocan la subida de temperaturas ¿se te ocurre algo?

M: Sí. Pues yo reciclo.

P: Separas en cuatro contenedores?¿ tiras el aceite usado en su lugar ad hoc , las bombillas halógenas en otro , los equipos electrónicos en otro? 

M: A ver, guapito de cara, que  mi piso es normal, no vivo en una nave industrial en un polígono ni en una finca con mil  metros de parcela. Vivo en un piso de cien metros cuadrados,lo sabes perfectamente.  

P: pero puedes llevarlo a un punto limpio, almacenarlo en casa y..

M: Ni zorra idea de donde hay un punto limpio.

P: lo puedes mirar en internet.

M:A ver si te crees que me da la vida para ir mirando esas cosas… ¿Y como lo llevo? ¿en metro? tendré que coger el coche,¿ves? te contradices, me pides que contamine , ni los ecologistas os aclarais. Y además tooodo lo que se te ocurre son cosas que tengo que hacer yo ¿por que no planteas algo que haga el ayuntamiento o el gobierno? es que siempre nos toca a los curritos.

P: vale, en eso tienes toda la razón qué te parece por ejemplo si exiges al ayuntamiento que plante más arboles y ponga más plazas arboladas.

M: Claro y que nos quiten plazas de aparcamiento  ¿y donde dejo yo el coche cuando vuelvo de trabajar?

P: ¿Y si les pides que bajen el consumo innecesario de electricidad? ¿sabes que España es el pais europeo occidental donde más se iluminan las calles? no sé evitar la contaminación lumínica, pedir a tu ayuntamiento que restringa la iluminación excesiva, algo….

M: !Claro ! y que me atraque o me violen !

P: ¡Pero si España es uno de los países más seguros del mundo !

M: Eso es la feliz idea que se te ocurre, que me atraquen o me violen  qué disparate, qué gilipolleces hay que oir…

( casi grita mientras se da la vuelta y se aleja taconeando y  agitándose airada, con  las llaves de su SUV en la mano) 

Los círculos del descenso al infierno de la crisis climática

La dificultosa asunción de desagradables verdades sabemos que no está exenta de dolor, contracciones nerviosas, espasmos defensivos y manotazos al aire. La peor noticia con la que tendremos que lidiar en los próximos años, el inevitable calentamiento planetario,  va a generar un abigarrado albúm de estas reacciones inútiles. 

Negación: Esta etapa, el empecinamiento en negar que la subida de temperaturas esté ocurriendo y que se deba a la actividad humana parece superada.  Aún quedan muchos irreductibles, pero en lo que a las instituciones internacionales y gobiernos se refiere, el discurso manifiesto, la posición oficial es que tal cosa existe, y en los términos  generales que describe el consenso científico.

Ahora estamos con pie y medio en la siguiente fase: 

Cinismo: Los centros de poder real  a los que me refería en el momento anterior (gobiernos, instituciones internacionales, grandes empresas) conocen lo que va a ocurrir, las medidas que habría que tomar para reducir el calentamiento a valores manejables, y sobre todo, las consecuencias para ellos inasumibles de esas medidas. 

Puesto que el resultado de toda esta ecuación es muy feo de mirar, la acción se limita a puro maquillaje, despliegue discursivo, incentivos para medidas que son ya insuficientes, presión para culpabilizar al consumidor…Pero se bloquea cualquier decisión que impacte en las cuentas de resultados o que amenace con generar desafección y malestar ciudadano. No se va a poner en riesgo ni la generación de riqueza ( business as usual) ni la reelección de quien tendría que implementar medidas que inevitablemente empeorarán el acceso al consumo. 

Sin el “derecho” a consumir esto no se sostiene. No se sostiene el empleo y la economía, pero tampoco lo hará la paz social entre las clases. Que podamos consumir es la esencia de esa “libertad” de la que hablan nuestros liberales, ”consumir cada uno según sus apetencias, comprar según sus posibilidades” (perversa vuelta de tuerca del dicho marxista “cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”); el automatismo del consumo, su facilitación es la base profunda de la gratificación social  y la legitimación psicológica para millones del actual estado de las cosas.

 El greenwashing no solo es una práctica empresarial, es la regla general de este momento, la estrategia compartida.

Aceleración:  Puesto que el cinismo mercadotécnico no sirve sino para evitarnos  las verdades, para engañarnos en el presente, puesto que no va a evitar que la concentración de CO2 siga escalando, las consecuencias climáticas empezaran a ser primero molestas. Y después la cadena de acontecimientos se liberará. A pesar de los esfuerzos de la comunidad científica por determinar qué sucederá, sospecho que muchos de ellos serán imprevisibles: hace millones de años que no se da en el planeta un cambio climático tan endemoniadamente rápido. Los sucesos se acumularán en crescendo acelerado. 

En España habremos de soportar sequías repetitivas y prolongadas, en otros lugares inundaciones catastróficas, costas sometidas a temporales destructivos, cosechas menguantes, inflación de precios….

El deseo de recibir alguna buena noticia me hace pensar que quizá entonces se comiencen a adoptar decisiones con influencia real en las emisiones globales, pero me temo que para entonces se haya sobrepasado ya el punto de no retorno; un reciente estudio de la universidad de Oxford fecha en 2035 ese momento. Porque la adopción de medidas eficaces no se hará sin fuerte resistencia, sin idas y venidas, la  presión política de los perjudicados no cesará hasta que el cambio del sistema de producción y consumo haya avanzado. Los primeros barruntos de los efectos políticos ya se están somatizando en el cuerpo electoral, en el ascenso generalizado de los partidos de extrema derecha. Porque el cuestionamiento de las antiguas formas de consumo y producción es utilizado por estos partidos para hacerse con los votantes que quieren negarse a aceptar un futuro distinto, más estrecho y reglado, del que vivieron sus padres y abuelos, criados en el fracasada premisa de los recursos infinitos.

Conmoción: si se sobrepasan los dos grados de calentamiento las formas de vida se verán muy afectadas, y las consecuencias políticas tampoco son previsibles, pero serán contundentes. no es racional confiar en que todo ello no tenga un intensas consecuencias que modificarán irreversiblementee nuestras sociedades: el urbanismo, el trabajo, la demografía… quienes puedan permitirselo marcharan a vivir a otros lugares con temperaturas menos rigurosas, las ciudades se convertirán en sumideros de calor solo habitados permanentemente por los más pobres, la presión migratoria se multiplicará exponencialmente. La desigualdad en una situación climática caótica y dañina tendrá efectos mortales en muchos casos.

El paisaje después de la tormenta, qué tipo de sociedad resultará de este terremoto dentro de 30 o 40 años creo que es imposible de prever. Sospecho que habrá sorpresas, y que en gran parte dependerá de la respuesta política que predomine: colaborativa o competitiva.  
Puede perfectamente darse en un sentido reactivo, defensivo: reacciones  de exclusión, de impermeabilización de fronteras  externa e internas, de apropiación de los recursos (mejores lugares para vivir, agua, tierras de cultivo) por quien tenga más poder. Fragmentación. Una alta edad media postmoderna, una nueva Edad oscura. El paso último que no me atrevo a vislumbrar, pues, podría ser un sálvese quien pueda por sociedades y territorios .  

Extraños insaciables

Esta mañana he aplastado a una solitaria hormiga que se paseaba, coma negra sobre baldosas blancas, por mi cocina. Un escrúpulo puntual me ha hecho dudar, pero ¿qué sentido tenía esta intrusa en el rectilíneo, puro, casi abstracto espacio de mi cocina? . Después del pequeño crimen he vuelto al sofá a dormitar  con la  ayuda cotidiana de un documental sobre las fascinantes vidas de la megafauna africana  en el valle  del Luangwa.

  Me intriga el efecto narcótico de estos programas. No es que me aburran, en absoluto. No es raro que alguno lo vea bien despierto, muy interesado.   Por ejemplo, las interacciones de las manadas de leones son mucho más complejas de lo que pensaba; si estos animales no tienen la inteligencia individual de un humano sus relaciones sociales tienen una trama profunda, que los hace mucho mas próximos a nosotros: relaciones familiares, conflictos casi-políticos por los recursos , elaborada tácticas de caza donde el espacio y el tiempo son meticulosamente calculados, trayectorias vitales que transparentan rasgos de personalidad únicos de cada animal….

Sin embargo cuando la somnolencia llega me es muy fácil desenganchar  la atención y dormir. Una razón es la ausencia de voz humana que te interpela. Por supuesto hay una locución en off, a menudo magnífica, que narra. Pero no nos llama, no nos intenta seducir, vender, convencer, solo narra. Realmente lo que cuenta me afecta tan poco por que esos seres como animales salvajes que son me son extraños.

 Nuestro modo de valorar a los animales están pervertidas por nuestra relación instrumental  con los domésticos: Para nuestros abuelos eran riqueza con patas ( capital, caput, cabezas de ganado). Ahora son otros objetos de consumo: hace apenas unos días se publicó la  noticia  de que los españoles tienen ya más animales de compañía que niños.

El eje sobre el que gira la afición actual por las mascotas no es pragmático sino puramente afectivo. A la vez que las relaciones interhumanas son cada vez más quebradizas, imprevisibles, mudables.. el animal de compañia de mayor éxito, el perro, es un gadget que garantiza reconocimiento incondicional hasta la muerte, generalmente la suya. Puede ser el dueño un ser desagradable, difícil,  insulso o mutilado física o emocionalmente, no importa. Un mínimo de cuidados es recompensado con afectividad y respeto fiel. Cubre un hueco en el orden de los afectos que ningún otro elemento de consumo puede soñar satisfacer.

Hasta ese punto los animales domésticos, familiares se han convertido en parte de nosotros, en seres en un lugar intermedio entre el ser humano y el animal libre,  el salvaje.

Sin embargo este amor contemporáneo de las mascotas no define nuestra relación fundamental, de fondo con el mundo de los animales puros, los salvajes. Esta relación es básicamente la de incompatibilidad. Aunque compartimos espacio nuestros planos de existencia  colisionan , como placas continentales,  desde hace miles de años.

Hay una correlación férrea entre humanización del mundo y reducción de la masa de vida salvaje. En nuestro hogar, el espacio más íntimo no toleramos ni siquiera a pobre hormiga. Fuera, en las calles de las ciudades sobreviven sobre todo salvajes aéreos: palomas, murciélagos, gorriones, porque como somos animales terrestres nos vemos obligados cederles el cielo, no hay generosidad, nuevamente habitamos en dimensiones diferentes que se encuentran solo un puntos discretos: donde el ave se posa, y ello les salva.

  Si salimos a los campos modelados desde hace generaciones por la agricultura la talla de los animales salvajes puede crecer un poco: conejos,liebres , algún zorro, alguna serpiente, sapos y ranas en zonas húmedas. Aterrados ante el mínimo indicio de presencia humana, cazados con ferocidad,  se esconden y se alimentan de las semillas perdidas de las cosechas, de las plantas silvestres de los linderos entre campo cultivado y erial.

Si el hombre está más ausente, la vegetación menos amenazada por el desbroce y el arado, el bosque casi nunca natural, pero al menos protector, aparecen animales de mayor porte, jabalíes, gamos, ciervos, incluso allí donde el humano ha abandonado viejas ocupaciones aparecen depredadores: linces, lobos,  incluso osos.

Pero solo en lugares concretos de unos cientos de kilómetros cuadrados en todo el planeta hay restos del tipo de fauna propia de una tierra libre, en lugares de China, India y sobretodo en Africa quedan estos restos de megafauna, donde los hombres aún no han sido capaces de empequeñecer a sus competidores salvajes, de robarles el agua la comida y el espacio. 

En Europa ni siquiera los parques naturales del este (Polonia, Rumania) donde aún se encuentra alguna manada de bisontes mestizos son realmente lugares que estén directamente conectados con el antiguo continente no humanizado.

 Los uros, las manadas de caballos salvajes (no ferales), los  verdaderos bisontes esteparios, los leones que aún habitaban los Balcanes en época de los griegos. Todos ellos son  animales terrestres de tamaño que precisan ocupar extensiones de tierra que son incompatibles con el humano en un continente relativamente pequeño, desde hace muchos siglos. Europa no podrá volver a saber cómo era, olía, sentía cuando aún no éramos los dueños fatídicos de todo.  

Nuestra tolerancia con la fauna salvaje se mide por lo que les dejamos pues ocupar.  Cuanto más humano es el lugar más achicamos , expulsamos, reducimos lo que es primigeniamente salvaje.

A veces me da por un bizarro ejercicio cuando me encuentro con un animal salvaje: mírenles a los ojos, a lo que parece que hay detrás. Hay en la mirada del animal salvaje más poderoso o inteligente, el tigre o un león, un elefante sentimientos claros, atención, curiosidad, hasta preocupación, tristeza y ternura, pero nada que pueda enfrentar la profundidad, la frialdad, el peligro de una mirada humana. Simplemente habitamos en otra dimensión , no somos del mismo mundo. Y si hacemos lo mismo con un perro doméstico veremos lo que hemos querido poner allí como especie, en el fondo de su mirada.

No es cierto , como se ha dicho que el humano sea esencialmente un animal más. Liberados a  nuestras  propias necesidades de supervivencia colectiva somos radicalmente extraños a un mundo natural puro. Nuestra relación con un ecosistema cualquiera es siempre disruptiva, lo abre y lo hace inestable, desestructurado, pierde su capacidad de autorregularse en nuestra presencia.

 Nuestra extraña , extraterrestre especie lamentablemente es demasiado poderosa, demasiado fuerte e inteligente para un planeta como la Tierra, para la capacidad de los seres no humanos para resistirnos o ponernos límites. 

Somos tan explotadores, tan aniquiladores de lo salvaje que nuestros problemas actuales se deben en parte a que depredamos ahora ecosistemas de ayer , de un tiempo pasado, porque el calentamiento climático es consecuencia de nuestro consumo actual de los restos de seres vivos animales y plantas que habitaron la tierra hace millones de años. Hasta eso rapiñamos.  Las consecuencias las estamos empezando a vivir, en estas generaciones, ahora, ya. 

No podemos esperar pues que la tierra nos salve mostrándonos  una salida por sí misma, no tendremos esa suerte. Solo nosotros podemos hacer lo que es necesario, la única salvación para el planeta y nosotros mismos es asumir nuestra extemporaneidad, nuestra naturaleza artificiosa, peligrosa para nosotros y los demás, y hacer lo que la naturaleza puede hacer con otros animales pero no con nosotros:  ponernos límite.  

No nos queda otra salida  que convertirnos en algo muy diferente de lo que hemos sido desde nuestra aparición en la tierra, seres insaciables.

Contra la humanidad

Cada ser vivo busca ante todo una cosa: sobrevivir. Un arbusto, una ardilla, un salmón, una anciana, un chaval  nigeriano en una patera, una madre de familia católica, un senador. Todos roen, luchan, arañan cada brizna comestible de este atormentado planeta con esa ambición común. Las plantas y los animales mueren, se secan, no germinan, desaparecen para siempre o prosperan en función del delicado equilibrio que explica la ciencia de las especies. Y gracias a ese equilibrio de fuerzas el tercer planeta del sistema solar se convirtió en un paraíso verde y azul, en una joya entre los infiernos de vacío interplanetario  y las rocas ardientes o congeladas del resto de lo mundos.

Hasta que hace unos trescientos o doscientos mil años unos monos bípedos que devoraban y  equitativamente eran devorados en el este de Africa sufrieron una inefasta mutación que les dotó de una ventaja competitiva tan enorme, tan descomunal, tan injustamente superior que perdieron su posición equilibrada en el ballet de vida y muerte con el resto de los seres para convertirse en una epidemia, la epidemia más mortal, más destructiva, imparable.. y desde el primer momento. 

Según las últimas investigaciones sobre la desaparición de la megafauna del paleolítico, los mamuts, osos de las cavernas, rinocerontes de estepa y  lanudos, ciervos gigantes, uros, tigres dientes de sable, leones europeos…. los primeros homo sapiens que colonizaron Europa tuvieron un papel determinante en su desaparición. Concrétamente en el caso  de los oso de las cavernas los humanos lucharon contra ellos durante miles de años por el control de la cuevas hasta su exterminio. En el caso de los grandes depredadores, como el león europeo , la desaparición de sus grandes presas por la caza humana  y la destrucción de estepas y bosques por la roturación de tierras parece haber empujado decisívamente a su desaparición.

Se cree que el ultimo león europeo habitó en algún lugar de los Balcanes  antes de las invasiones dorias. El león de Nemea al que asesinó el héroe occidental Hércules recoge un pálido eco de estos últimos ejemplares de un mundo para siempre perdido.

Desde el comienzo de la historia el ser humano se hizo amo irrestricto de la tierra, se multiplicó, taló, quemó, cavó, levantó y derribó. Transformó el planeta hasta el punto que hoy en dia hay pocos lugares que no hayan sufrido el peso de su insaciable zarpa . Ninguno en Europa. Incluso los parajes protegidos, vacíos y silenciosos del centro de la península ibérica no son entornos naturales sino que han sido pacientemente generados a través de incendios, talas , selección de especies,  difusión de ejemplares traídos por mar… 


Nuestra angustia animal por un techo y un trozo de comida nos hizo explorar, arañar, mancillar cada resto del paraíso. Y como toda epidemia explosiva, la  humanidad ahora se encuentra con ella misma; ha creado su propio limite, ese que en la naturaleza llega siempre a lomos de la muerte.   

En su ansia, en su falta de pudor, el hombre decidió no sólo esquilmar los bosques  y los mares de su presente sino que se las ingenió para apropiarse de lo que los soles de hace millones de años hicieron fructificar , a través de generaciones de cadáveres sepultados bajo tierra: el petróleo y el carbón. Los árboles, los helechos , los moluscos, los peces que el sol hizo medrar hace eones también han sido succionados a través de tuberías, envasados, vendidos, y quemados.

Su carne, su madera nacida y muerta en otra época también ha sido consumida hasta convertirla en humo. Y ahora ese humo del pasado, carne, madera y aliento de milenios pasados se une  a nuestro humo, nuestro aliento de ahora, y hace arder lentamente el aire. 

Porque el cambio climático no es sino el precio que pagaremos por haber comerciado con la energía de siglos enterrada en la profundidad de la tierra. La energía no se destruye, pero al usarse se degrada, se hace inútil, sucia.

La proliferación de seres en la naturaleza adquiere su equilibrio por la guerra de especies, por la muerte. A cada nacimiento, un cadáver. 

El hombre, con su rebañar de las riquezas de cada plato que ofrecía el planeta, ha buscado , y conseguido durante siglos,  hurtarse al destino de los demás seres vivos. Alargar la vida, multiplicarse y ocupar espacios vedados. Pero su éxito, si tal cosa es esto que vivimos ,no anticipa  ningún destino predeterminado, ya dejamos de creer en dioses, sólo es consecuencia del efecto de una mutación exitosa, la inteligencia, en un mundo natural que no tenia respuesta contra esta ventaja brutal.

La Ciudad esbozada en  Blade Runner cada vez se está haciendo más real. En el metro de una gran ciudad, caras de todos los colores, con todas la expresiones, de todos los orígenes. La Ciudad cada vez más poblada, sucia, sus recursos cada vez más estirados, la tensión entre los que tienen algo y temen perderlo y los que sienten que lo poco que tenían les ha sido arrebatado aumenta. 

En el futuro qué  podemos esperar: calor, y detritos, menos espacio, menos  agua. La humanidad afronta, lo sabe ya cualquiera medianamente informado, problemas cada vez más agudos mientras lo políticos  esconden la cabeza, incapaces de decir la verdad o de siquiera verla. Los mas inteligentes callan, los más inmorales culpan a unos para conseguir el voto de otros. O se pierden en consideraciones que desvían la atención del problema y  se acuestan con esa vieja mentirosa, la esperanza.

 La crisis climática , la creciente inmigración descontrolada (sólo acaba de empezar, basta ver las proyecciones de población de Africa y Asia)  , el aumento de la desigualdad, el ruido y la furia que viene. Nuestra única salvación es vernos como lo que somos, una planta invasiva, una epidemia que es preciso frenar. 

Y  los corolarios morales de todo esto, otro día. No es plato para cualquier paladar.

Espadas micénicas con representaciones de leopardos y leones europeos 1600-1300 A. d. C.

Las televisiones, la ola de calor y el negacionismo colectivo ante la crisis climática

Tan atorrante como la actual ola de calor es la cobertura informativa sobre ella en todas las televisiones:  monísimas reporteras  contándonos en directo y a pleno sol en una plaza vacía la sensación de sofoco, la “simpática” entrevista en  una piscina municipal donde preguntan  a una ama de casa rodeada de niños gritones unas obviedades, los consejos de “expertos” sobre tomar mucho gazpacho, etcétera.   A mí, que tengo curiosidad por las causas de lo que nos acontece, después de aguantar el mismo programa en tres cadenas distintas o tres programas cortados por este mismo patrón en la misma cadena,  no recuerdo bien, me da por esperar que en esa verborrea continua se mencione aunque sea de pasada , la cuestión de la crisis climática, que según el consenso científico es el el origen de este agravamiento de la frecuencia e intensidad  las olas de calor. Ni una palabra.

Me digo, que bueno, quizá soy demasiado exigente, estos son programas de entretenimiento,  escuchemos el parte meteorológico  que es extenso y profesional en el primer canal de TVE, ahora que es una tele progresista y comprometida.

Bien, después de una minuciosa explicación, región por región de las temperaturas sufridas y previstas,  después de repasar el mapa de España y Europa, de mencionarnos los records que se están batiendo aquí ya allá,  una locutora por fin  pregunta  a la meteoróloga si hay algo que explique este estado de las cosas. Y la meteoróloga dedica a la cuestión exactamente treinta segundos,  treinta. Literalmente dice que “ no hay certeza absoluta de que esta ola de calor tenga que ver con el cambio climático pero la tendencia creciente parece indicar que sí, que nos tendremos que acostumbrar a un aumento general de las temperaturas”. Punto, y a continuación se pasa a la sección de deportes a la que se dedican 15 hermosos minutos.

Y es que el gran problema que tenemos planteado la humanidad, no un país o una ciudad o una clase social , toda la comunidad humana, sin excepciones,  la crisis climática, es de tal naturaleza que creo que se está produciendo un fenómeno de negacionismo  inconsciente para no tener que asumir las consecuencias de ver lo que se nos avecina.  

Es cierto que los científicos ya lo han explicado hasta la saciedad, que la organizaciones del clima  dependientes de la ONU  lo han certificado, que hay incluso pactos  internacionales orientados a combatir el fenónemo (otra cuestión es la escasas perspectivas de cumplimiento) pero en las sociedades, en la calle, la conciencia de la gravedad, de la urgencia del problema no existe. Y las televisiones no son sino el reflejo de este rechazo psicológico a afrontar la verdad.

La obligación de los medios debería ser el contrario, hacer pedagogía, enseñar a la gente a mirar de cara el problema: sí, las olas de calor tiene que ver con la crisis climática. Sí, la única forma de combatir esto es un un cambio radical en costumbres, mentalidades y formas de consumir y vivir. Sí, estamos metidos en una dramática  emergencia global como nunca se ha visto antes en nuestra historia desde que el  hombre comenzó a modificar el planeta en el neolítico. 

Pero decir esto alto y claro implica asumir el siguiente paso: ¿se puede hacer algo? Se puede hacer, pero lo que hay que hacer implica costes personales en nuestra forma de vida cotidiana.  Implica ser concientes, por fin,  de las consecuencias de nuestros actos,  darnos cuenta que nuestra pasividad, nuestra resistencia a cambiar nuestros hábitos de consumo nos hace personalmente responsables.

Ah, pero esto no lo queremos oir. Ni  tampoco las televisiones lo quieren emitir en horarios de máxima audiencia. Las verdades desagradables no venden anuncios, ni suben el share.  Así que seguimos actuando como si lo que ocurre estuviera dentro de lo normal. Ojalá, Pero la mala noticia científica es que no es nada normal. Actuamos como un estúpido montado en un avión que ha perdido un motor, nos preocupamos  por las manchas que en nuestra bonita ropa recién estrenada han producido la turbulencia al verternos el refresco encima para no ver por la ventana el fuego que se empieza a extender por el ala.